Raúl Cancio se considera urbanita, del Madrid Centro, del castizo. De ese que habla sin palabras, simplemente con su gente, sus tiendas y donde el asfalto deja paso al empedrado y a los monumentos interminables. Sin embargo, Cancio tiene un talón de Aquiles, una excepción que ni puede ni quiere esconder: el hotel Arcipreste de Hita, al que llama “mi segunda casa”.

Y no es para menos. En nuestro hotel, Cancio ha visto, en ocasiones, pasar más amaneceres seguidos que en su propia casa. Ya sea cubriendo concentraciones del Real Madrid o como retiro espiritual a la hora de pasar una enfermedad, él ha sido, para Antonio Herrero y sus hijos, una pieza más de una familia que sigue, en nuestros días, abriendo las puertas de su hotel para hacerte olvidar esa condición de turista que tan poco nos gusta y te sientas como en tu propia casa.

No es la primera vez que en el hotel Arcipreste de Hita  cubrimos nuestras paredes con obras del autor. De hecho, los que  hayan disfrutado de un gin tonic en el Lounge-Bar del Restaurante Escaparate –oferta gastronómica del Arcipreste-  se habrán sentido arropados por las vistas del embalse de Navacerrada, por un lado, y por el  famoso retrato de Salvador Dalí del año 66, por otro.

Estas son sólo algunas de las razones, -que no todas, ni siquiera una pequeña parte-, por las que en el Hotel Arcipreste nos sentimos halagados de tener a Raúl Cancio de nuevo en nuestras instalaciones. Nuestro II Concurso de Fotografía ‘Memorial Soledad Vecino’ nos ha hecho partícipes de vuestro arte y de la sensibilidad de vuestros ojos a través de vuestra cámara, y es por eso que agradecemos enormemente el cariño que habéis puesto en hacer ver al mundo una parte más de Guadarrama. Porque habéis enseñado pequeños rincones escondidos al mundo. Porque gracias a vosotros, Guadarrama ha contado algunos de sus secretos.

Será él, Raúl Cancio, el encargado de entregar los premios el día 18 de marzo desde nuestro hotel. Porque, pese a que ni le gusta exponer sus obras ni a sí mismo, Cancio y el Arcipreste saben ir de la mano, compenetrarse, y ver el mundo desde la misma lente.