Hemos llorado. Unos más que otros pero nos atrevemos a decir que todos hemos sentido la emoción que se palpaba al juntar en nuestro hotel a tanta leyenda blanca, a tantos veteranos que han escrito las páginas de una historia que cada día leemos. Ayer, a pocos días de lo que se ha convertido en otra final histórica por citar a dos equipos madrileños en una final de Champions, homenajeamos a los grandes triunfadores de la Sexta Copa de Europa del Real Madrid, la que el equipo ye ye, ese que te presentábamos hace unas semanas en nuestro artículo “El Real Madrid ye ye. Memoria del Hotel Arcipreste”, hacía realidad.

Santamaría fue el primero en llegar. Se ofrecían bebidas y se invitaba a los que llegaban a sentirse como en casa cuando un salto de Antonio, nuestro director, nos hizo girar la cabeza. Era él, José, nuestro Paco, que caminaba desde lo lejos de nuestro restaurante hacia Antonio para ambos sumergirse en un abrazo eterno. Todos pudimos sentir la amistad forjada hace años dentro de nuestras paredes. El uruguayo se mostraba encantador, hablador y simpático como siempre, y, sobre todo, joven. Llevaba la conversación como quería. Se sentía como en casa.

Llegó cuando casi no había nadie en el hotel, porque a veces lo bueno no se hace esperar, y poco después de que Antonio recibiese la llamada de Santillana avisándole de que no podría asistir y al que aprovechamos para mandar un fuerte abrazo desde estas líneas. Y a Gento, por supuesto, al que pese a nuestra espera, nos dejó con las ganas. Otro fuerte abrazo desde aquí. Ayer no te pudimos ver, pero será en otra ocasión cuando te demos ese abrazo que tanto ansiamos.

Nuestra lounge bar se llenaba de periodistas y familiares de leyendas blancas, proponiendo un ambiente madridista que a los que más sienten los colores les hubiese puesto los pelos de punta. Nuestro queridísimo y amigo Raúl Cancio no fallaba a la cita. Como siempre, acompañándonos a todos, en todo. Periodistas del As – Tomás Roncero, Pedro Pablo San Martín, Carmen Colino- y del Real Madrid TV, se concentraban poco a poco para dejar escrito lo que allí se iba a vivir. A su vez, Eva Velázquez, hija de Manolo Velázquez, aparecía en Madrid, viajando desde Málaga, sólo para estar en nuestro homenaje, y a la cual le agradecemos, no sabrá nunca cuánto, su esfuerzo para poder estar con nosotros. Ramón Grosso, hijo del padre con el mismo nombre, tampoco dudó en acompañarnos. -Mención a Yela Betancort, que aunque no pudo asistir, sabemos que le hubiese gustado-.

Pirri, -José- , llegaba poco después, sonriente también. Ninguno fallaba en mostrar su sonrisa más amable, con signos de añoranza, como de volver a un tiempo pasado que no sabemos si mejor, pero que marcó un antes y un después en sus vidas. Pirri reía, abrazaba y hablaba con los asistentes, abierto a todo y recordando sus momentos en el Arcipreste. También lo hacía Pachín que, de rojo, parecía esforzarse en no llamar demasiado la atención.

Amancio no llegaba, así que Antonio tuvo una idea. El sol abrazaba con fuerza en nuestra terraza y las vistas eran un regalo de la sierra de Guadarrama que acompañaban a tan memorable acto. Así que, a la voz de nuestro director, todos empezamos a comer y a beber en una interminable charla que recordaba los momentos pasados y mencionaba los presentes. El Madrid actual, mientras, en final de la Copa de Champions. Nosotros, ansiosos de ver la finalísima de Milán, recordábamos a su vez cómo se levantaba aquella Copa del 66. Pasado y presente de nuevo fundidos en nuestros corazones. Y a nuestro alrededor, cerveza, vino y refrescos y un menú degustación con el que nuestro Restaurante Escaparate se llevó las alabanzas de los asistentes. Tostas de cebolla caramelizada con jamón ibérico y reducción de Pedro Ximenez, tortilla, pimientos asados con ventresca, ibéricos, paella, ensaladilla, mini ensalada con queso de cabra y unos judiones que hicieron gritar a Tomás Roncero “¡Me queréis matar!”. Incluso tuvimos un guiño a la cocina catalana entre tanto madrileño y madridista con un pan tumaca para chuparse los dedos. Por qué no.

De pronto, una voz avisaba: “¡Ha llegado Amancio!”. Un pasillo como cuando el Madrid había ganado la liga antes de llegar a la última jornada se formó, casi sin darnos cuenta, en nuestra terraza. Amancio parecía acostumbrado a los símbolos de admiración, pues sin un mínimo gesto de ruborización saludó a todo aquel que le mirase a los ojos. Campechano como pocos, siempre dispuesto a hacer una gracia y sintiéndose en su casa. Se notaba.

El acto terminó de nuevo en nuestra lounge bar. Teníamos una sorpresa preparada para ellos en nuestras pantallas.  Los grandes, los que un día ocuparon portadas deportivas y alcanzaron la gloria, sin embargo, tuvieron que ser obligados por Antonio a sentarse en primera fila. Porque ellos, señores, sí que conocen la palabra «humildad». Ellos, que habiendo tocado el cielo con sus manos, mantienen de forma firme los pies en la tierra. Nuestros héroes de la Sexta.

Fue nuestra empresa de marketing online, Nonstop Desarrollo de Software, la encargada de abrir este acto. Un video donde recordamos el paso de la generación ye ye y donde se hizo mención a los que, pese a estar en nuestros corazones, nos han dejado para ocupar un hueco en nuestra memoria. De Felipe, Betancort, Grosso, Velazquez, Zoco… Un video que hizo, aunque muchos lo nieguen, llorar a los asistentes. Siguió el video del Diario As, al que agradecemos enormemente su colaboración, el que hizo sonreír durante los dos minutos y medio de su duración a Pirri. Como un niño pequeño miraba a la pantalla, rememorando las imágenes del levantamiento de aquella Sexta Copa de Europa al ritmo de “Hala Madrid y Nada Más”. Para terminar, tanto los ex jugadores como los periodistas del As, se llevaron una foto del reportaje publicado por el As en el año 2000 con los once integrantes del equipo. Porque la ocasión lo merecía.

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Fueron ellos, aquellos que comprendieron lo que la imagen del club más grande del mundo ha de suponer, aquellos que nos enseñaron lo que significaba la palabra “señorío”, y que fueron por el mundo, con la cabeza alta y la autoestima en alza, gritando al planeta entero que el Madrid era el Madrid. Ellos, los que con sus valores propagaron ese sentimiento madridista de respeto y admiración, los de la deportividad por encima de todo y el juego grandilocuente. Ellos, ayer se juntaron, de nuevo, en nuestro hotel. De nuevo, pasado y presente se funde en el Hotel Arcipreste de Hita para seguir haciendo historia.